"Rimas," by Gustavo Adolfo Bécquer annotated by Cristina Casado and Marina Bettaglio RIMA IV annotated by Marina Bettaglio No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira; podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas, mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista, mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías, mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía! Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista, mientras la humanidad siempre avanzando no sepa a dó camina, mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía! Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía! Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran, mientras responda el labio suspirando al labio que suspira, mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas, mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía! RIMA XI annotated by Cristina Casado Yo soy ardiente, yo soy morena, yo soy el símbolo de la pasión; de ansia de goces mi alma está llena; ¿a mí me buscas? -No es a ti; no Mi frente es pálida; mis trenzas de oro puedo brindarte dichas sin fin; yo de ternura guardo un tesoro; ¿a mí me llamas? -No; no es a ti. Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz; soy incorpórea, soy intangible; no puedo amarte. -¡Oh, ven; ven tú! RIMA XI annotated by Cristina Casado Tu pupila es azul, y cuando ríes, su claridad suave me recuerda el trémulo fulgor de la mañana que en el mar se refleja. Tu pupila es azul, y cuando lloras, las transparentes lágrimas en ella se me figuran gotas de rocío sobre una violeta. Tu pupila es azul, y si en su fondo como un punto de luz radia una idea me parece, en el cielo de la tarde, ¡una perdida estrella! RIMA XII annotated by Cristina Casado ¿Cómo vive esa rosa que has prendido junto a tu corazón? Nunca hasta ahora contemplé en la tierra sobre el volcán la flor. RIMA XXI annotated by Cristina Casado ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Que es poesía?, Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú. RIMA XXIII annotated by Cristina Casado Por una mirada, un mundo, por una sonrisa, un cielo, por un beso... ¡yo no sé que te diera por un beso! RIMA XXIX annotated by Cristina Casado Sobre la falda tenía el libro abierto, en mi mejilla tocaban sus rizos negros: no veíamos las letras ninguno, creo, mas guardábamos entrambos hondo silencio. ¿Cuánto duró? ni aun entonces pude saberlo; sólo sé que no se oía más que el aliento, que apresurado escapaba del labio seco. Sólo sé que nos volvimos los dos a un tiempo y nuestros ojos se hallaron y sonó un beso. Creación de Dante era el libro, era su Infierno. Cuando a él bajamos los ojos yo dije trémulo: ¿Comprendes ya que un poema cabe en un verso? Y ella respondió encendida: ¡Ya lo comprendo! RIMA XXX annotated by Cristina Casado Asomaba a sus ojos una lágrima y a mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró. Yo voy por un camino; ella, por otro; pero, al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: -¿Por qué callé aquel día? Y ella dirá: -¿Por qué no lloré yo? Rima LIII annotated by Marina Bettaglio Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán. Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres... ¡esas... no volverán! Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar, y otra vez a la tarde aún más hermosas sus flores se abrirán. Pero aquellas, cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del día... ¡esas... no volverán! Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará. Pero mudo y absorto y de rodillas como se adora a Dios ante su altar, como yo te he querido...; desengáñate, ¡así... no te querrán! |